Como íbamos a imaginarnos que no sabía nadar. Su bañador rojo conjuntaba perfectamente con el gorro de látex, y sobre el trampolín tenía tan buena planta como cualquiera. Es cierto que empezamos a sospechar un poco con la ejecución del doble tirabuzón del que siempre se jactaba, y que no le salió demasiado bien, y lo que pensamos que era un nuevo récord en apnea resultó ser algo bien distinto.
Ya han pasado cuatro días, y
aunque nadie lo quiere reconocer aun, empezamos a pensar que lo de poder volver
de entre los muertos también era un farol.