Micro. La leyenda es cierta.

La mujer que iba en el coche a mi lado no se movió ni pronunció palabra alguna hasta aquel instante.

Después todo fue muy rápido. Su mano helada atravesó mi pecho y envolvió mi corazón con el dolor más atroz que haya sufrido nunca mientras el coche se salía de la carretera con incontables vueltas de campana.


Ya en el suelo, agonizante, pude ver a cientos como yo junto a sus destrozados coches. Ella, tras contemplarme durante un instante, se alejó repitiendo incansablemente que lo sentía y que no podía evitarlo, hasta situarse de nuevo en la misma curva donde la recogí. 

Micro para ENTC: Como cada Nochebuena

Os dejo mi aportación de este mes para el concurso de relatos del blog "Esta noche te cuento". 

Si queréis leer el relato en la web de ENTC podeis hacerlo desde este enlace: 


Como cada Nochebuena

A su llegada el sol ha caído y el viento azota con fuerza las desvencijadas ventanas de la casa.
Nadie repara en su presencia cuando entra en el salón, y como cada Nochebuena desde hace seis años se sienta en un rincón pasando completamente desapercibido.

Las tres ancianas aguardan en la mesa con la cena preparada y el fuego crepitante. Él cierra los ojos y pronuncia unas frases en voz queda. Antes de que las acabe ellos entran en la sala y se sientan junto a las ancianas.

La velada transcurre entre conversaciones triviales y gestos contenidos. Antonia es la más feliz en la mesa. Sabe que en un año se reunirá para siempre con su marido y no puede reprimir su alegría. El resto tendrá que aguardar algo más, pero al menos saben cuando y como.

Pasada la cena abandona la casa llevándose consigo las almas de los tres hombres que, como cada Nochebuena, se despiden de sus mujeres hasta el año próximo

Micro. Segundas oportunidades.



- Quizás mañana; hoy no toca. 

 Se sorprendió al pronunciar esas palabras mientras se dejaba distraer por la música y la algarabía de la engalanada calle. 

Al fondo, el tipo se alejaba con su mujer y aquella niña que no paraba de mirarlo con su brillantes ojos. 

Los villancicos, cada vez más altos, le hacen volver en sí. Su mano, dentro del abrigo, suelta el revólver para coger el teléfono y marcar un número casi olvidado. 

-  Hola mamá. Sí, soy yo.

Micro. Soltando lastre.



Su conciencia no podría soportarlo, le provocaría pesadillas y un lamento que probablemente no le abandonaría jamás. 

Se alegró al darse cuenta de que la conciencia ya le abandonó tiempo atrás, pero le incomodó su falta de memoria.

Dos micros cortos para REC.

Os dejo mis dos propuestas para el concurso de esta semana de relatos en cadena de la Ser. Son dos textos cortos.



Desesperación.

Se durmió soñando que él también podía volar. 

A la mañana siguiente sus pies seguían anclados al suelo ante la valla de cuatro metros coronada con cuchillas y alambre de espinos. Los pájaros se habían ido y solo quedaban algunas arañas junto a la verja. 

Una de ellas subió por su brazo y le susurró algo al oído. 

Llegado a ese momento, supo que ya no tenía nada que perder.   


Sueño suicida. 

Se durmió soñando que él también podía volar. 

A la mañana siguiente el informe del forense dictaminó muerte por politraumatismos. Se había precipitado al vacío desde su propia pesadilla.
 

Micro para ENTC. La palabra que no se dice.

Os dejo mi propuesta de este mes para el concurso de relatos del blog "Esta noche te cuento". Este mes casi no llego y me ha salido algo muy sencillo; aunque parece que ha gustado por allí.

Si queréis leer el relato desde la web de ENTC podéis hacerlo desde el siguiente enlace.

http://estanochetecuento.blogspot.com.es/2013/11/nov148-la-palabra-que-no-se-dice-de.html

Desde aquí me sumo a las felicitaciones por el millón de visitas conseguidas.

La palabra que no se dice. 

- Si tuvieras que elegir tu palabra preferida, ¿por cuál te decantarías?

- Pues no lo sé, ahora me pillas.

- Tú siempre con rodeos.

- Pero es que no es fácil, hay muchas palabras con connotaciones especiales. 

- Que sí, pero tienes que elegir una.

- Pues no podría, tendría que inventarla.

- Hazlo.

- Tampoco es sencillo. Pero si tuviera que hacerlo supongo que tendría que ser una palabra valiente, como aquella que te susurré para robarte el primer beso, pero también decidida, como las que me insuflaron el valor suficiente para hablar en público, aunque también me acuerdo de las más sinceras con las que confesaba a mi padre mis travesuras de niño, o aquellas de aliento cuando tienes un día malo.

- ¿Vas a seguir así mucho tiempo?

- Está bien. Ven, abrázame. Ahí la tienes.

- ¿Pero si no has dicho nada?

- ¿Hace falta?


Micro. Ateismo oportuno.



Al dejar la catequesis a los pocos días declarándome ateo no solo provoqué el disgusto eterno de mi madre sino lo que entendí entonces como una inmerecida indiferencia de mis amigos. 

Años después, viendo en las noticias al capellán sometido a escarnio público por sus pecados sé que mi decisión tuvo entonces el dolor de la culpa, pero el don de la oportunidad.