Pese a estar toda la vida esperándola, la muerte es ladina y llega siempre por sorpresa, manteniéndose agazapada, al acecho, aguardando el momento adecuado.
Su mirada es
como el rayo que fulmina el mundo, como un terremoto que sacude toda realidad,
y donde el alma es arrancada cruelmente del cuerpo.
Durante una
eternidad el alma cae al vacío, y en esa caída todo atisbo corpóreo se va
difuminando, quedando al final del camino apenas algunas reminiscencias de la esencia
terrenal. Después, todos los espíritus se reúnen en un largo sendero, bajo un
cielo grisáceo y mortecino, siendo poco a poco absorbidos por la negra
inmensidad que se divisa a lo lejos.
Ese debió
ser su camino, ese debió ser su final, pero antes de dar el paso hacia el
oscuro absoluto, alguien le cogió de la mano y le indicó otra dirección.
Son muchos los espíritus que aún no han dado el
salto, y que se mantienen en este mundo, escondidos tras el murmullo del
viento, colgados del quicio de una puerta que rechina al abrirse, o en el
escalofrío provocado por el soplo frío del invierno. Todos tienen una misión,
algunos un mensaje que transmitir, y otros, como en su caso, una deuda que
saldar.
Lo bueno o
lo malo de morir con odio es que ese sentimiento ya no te abandona, y en el más
allá se convierte en una herramienta, en un arma al servicio del espíritu con
el que convive.
Cuando
regresó al punto de partida, su padre estaba pegándola con los puños manchados
de sangre.
Antes de que
le asestara el último golpe, se interpuso de nuevo entre ellos, y con toda la
violencia que su odio hacia él le proporcionaba, lo lanzó contra la pared.
Después, una niebla densa y viscosa envolvió el cerebro de su padre, y como si
fuera un enjambre de avispas voraces, se ensañó con su mente y sus recuerdos,
hasta no dejar rastro de sí.
Cuando su
corazón, atravesado por cientos de agujas, dejó de latir, asistió aliviado a su
caída hacia la inmensidad oscura, en el mismo instante en el que una voz
temblorosa viajaba a través de los mundos.
Relato enviado al concurso de relatos de las "Jornadas Góticas" de Cáceres.