Tácticas de interrogatorio.

Solo le quedaba un cigarrillo, y a esas horas eso era algo que le irritaba, ya que le producía una sensación de agobio que se transmitía a sus manos mediante ligeras fluctuaciones de músculos y huesos; molestas, aunque a veces, como en ese caso, eficaces; porque bastó con acercar su dedo tembloroso al gatillo mientras le enseñaba la cajetilla con la frase “fumar mata”, para que “el pelusas” cantara “La Traviata”.