Micro para REC. Proceso amnésico.

Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete; pero eso a mi madre, al principio, no le importaba.

Y así estuvieron unos meses; ella bajaba a la pastelería a comérselo con los ojos, y luego él subía a endulzarle la vida.

Hasta que un día, ella recordó su intolerancia a la lactosa; luego le sobrevino el recuerdo de su pasado como asesina a sueldo; y después encontró su pistola.

La verdad es que siempre ha tenido un muy mal despertar. 




Micro relato para REC. Reinventarse o no amar.

El lápiz con el que ella, cada mañana, se lo dibujaba, cayó en el olvido, arrinconado entre miradas huidizas y silencios de ida y vuelta.

Pasado el tiempo, decidió que lo mejor era cambiar de estrategia, y probó a enviarle un emoticono, que tras un “doble check”, y un eterno “escribiendo”, fue respondido satisfactoriamente.

Luego llegaron varios “me gusta”, la solicitud de amistad… y algo mas, una proposición atrevida que llegó a ser “trending topic”, y por último, el video de una declaración de intenciones que se hizo viral.


Eso sí; por las noches, cuando nadie mira, el amor, a la antigua usanza. 


Micro relato para REC. Premoniciones.

El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca, y cuando ya no pudo disimular su miedo, salió corriendo de la sala. Pero en su carrera notó un golpe en los pies que le hizo caer, y al intentar levantarse, ella se abalanzó sobre él.

Intentó escapar, pero le fue imposible. La chica le tapaba la boca con una mano mientras perforaba su esternón con la otra.

—Te advertí que si te metías en mi vida, te robaría el corazón —le oyó decir mientras creía agonizar.


Y cuando volvió en sí, sobresaltado, aquella chica seguía allí. 


Despojos de relatos en serie.

Os dejo los tres relatos con los que he participado este verano en la convocatoria de "relatos en serie", de la cadena Ser.

El tiempo da para lo que da.

— ¿Me quieres decir qué hacemos aquí?

—Nos pilla de camino. Mira; ahí llega “Epi”

— Deberíamos estar gestionando lo de Carrero.

—Los nuevos entráis con demasiadas prisas. Hay que ir poco a poco. ¿Ves? La flecha no entra en el pebetero;  otros trescientos euros que le gano a Salva.

—¿Para eso hemos venido a 1992? ¿Por una maldita apuesta?


—Relájate compañero, que acabas de entrar y te queda mucho que aprender, entre otras cosas, que aquí en el Ministerio, el tiempo da para lo que da.


La magia del verano. 

En su lienzo difumina el cielo de una tarde de Agosto, donde las casas, encaladas hasta el tejado, zigzaguean entre calles empedradas que desembocan en el mar.

Luego garabatea a unos niños con sus bicicletas; y al fondo, un barco llamado La Dorada, que parece curarse las heridas en el monte de la calma.

Alza la vista y se sorprende, años después, acabando un dibujo, y decide dejarse llevar por la magia de un verano que jamás la abandonará. 


A gusto del consumidor. 

—Discúlpeme, pero no acabo de entenderlo. Le estamos presentando una gran producción de unas ocho temporadas, contando la historia de siete grandes reinos enfrentados entre sí por un trono de hierro, con valerosos caballeros, esculturales princesas, sibilinos traidores, asesinos sin escrúpulos, lobos gigantes, cambia pieles, sacerdotisas capaces de resucitar a un muerto, e incluso dragones gigantes capaces de todo por su reina; ¿y no acaba de verlo claro?

—No sé… creo que le falta algo mas; algo que la haga definitivamente irresistible para un sector de público más amplio.

—¿Mas amplio?, pues como no quiera que incluyamos zombis…