Aprovechando las jornadas de puertas abiertas que se celebraron en
Diciembre en el congreso de los diputados, me dispuse a realizar una visita a
la “casa del pueblo”.
Después de unos cincuenta minutos de cola flanqueados por los leones (quizá
no demasiado para una ciudad como Madrid), fuimos recibidos en una carpa donde,
después de pasar los esperados controles de seguridad, nos agasajaron con una
taza de chocolate o caldo caliente.
Al parecer es tradición ofrecer estas bebidas calientes a los visitantes en
invierno. Pese a que la tarde no era demasiado fría, aceptamos el obsequio,
dado que, lógicamente, era algo que estábamos pagando todos.
La visita comenzó en el vestíbulo principal; una amplia sala de forma elíptica
con decoración basada en estucos de diversos colores y presidida por una
estatua de Isabel II.
En las paredes de esta sala se encuentran los retratos de dieciocho
destacados políticos de los siglos XIX y XX, entre ellos los de Cánovas,
Sagasta, Pi y Margall, Salmerón, Castelar, Alcalá Zamora, Lerroux, Canalejas o
Alonso Martínez.
Después de esta sala pasamos al Salón de Conferencias o más comúnmente
llamado Salón de los Pasos Perdidos, utilizado para actos solemnes y para el
encuentro entre diputados de todos los
grupos, miembros de Gobierno, periodistas, etc.
La vistosa bóveda de esta sala, de Vicente Camarón, alude a diversas
alegorías: los cuatro Continentes, la Ley, la Justicia, la Religión y la
Abundancia. Rodeándolo hay 28 medallones con los políticos más célebres del
siglo XIX y sobre ellos 12 cuadros con alegorías de los Reinos, provincias y
ríos españoles. En las esquinas hay cuatro bustos de mármol de Martínez de la
Rosa, Conde de Toreno, Mendizábal y Argüelles.
Alrededor del salón de los pasos perdidos se sitúan tres salas, el
escritorio de conferencias de la prensa, al lado izquierdo, el escritorio del reloj,
que alberga un reloj de gran valor construido por Alberto Billeter en 1857 en
Barcelona, y el Escritorio de la Constitución, donde se ubica un manuscrito de
la Constitución Española de 1978, obra del pendolista Luis Moreno. Contemplar
este manuscrito es algo obligado en la visita al congreso, a pesar de ser ahora
mismo un documento de poca o nula referencia en el caso de nuestros representantes.
Siguiendo la visita y tras pasar por ese pasillo previo donde vemos siempre
a los diputados por televisión llegamos al hemiciclo o Salón de sesiones.
En la televisión parece más grande de lo que es en realidad, pero aun así
su visita no deja indiferente al turista.
Mirando al techo se descubren rápidamente 2 orificios de bala testigos del
intento de golpe de estado, aunque parece ser que el numero de disparos se
elevó finalmente a 37. La rejilla que recibió una de los disparos se expone
junto al vestíbulo previo.
Los turistas se sientan en los escaños y vagan por los pasillos y escaleras
del hemiciclo tomando una sala que es suya por derecho aunque quizá no por
palabra o intención.
Saliendo del hemiciclo y ya en planta primera podemos visitar otras dos de
las salas importantes del congreso, la sala María Pineda, lugar habitual de las
reuniones de la Junta de Portavoces, en la que se exhibe un cuadro de Vera
Calvo titulado "Mariana Pineda en Capilla", y la sala Constitucional,
donde se celebran actos institucionales relacionados con las visitas de Jefes de
Estado o de Gobierno a las Cortes Generales así como reuniones de Grupos de
Amistad y encuentros con delegaciones parlamentarias de otros países;
igualmente también tienen lugar en esta sala las sesiones de la Diputación
Permanente.
Una vez finalizado el recorrido por las salas más importantes del congreso
como regalo de despedida nos obsequiaron con un ejemplar de la Carta Magna y un
cuento para niños relacionado con los diputados.
En definitiva, visita recomendable a “nuestra casa” (todos los sábados son
jornadas de puertas abiertas), para contemplar el manuscrito de la Carta Magna,
aquella que sirvió como piedra angular de la sociedad que tenemos hoy, y para
respirar solemnidad y democracia en el Salón de Sesiones o Hemiciclo, siempre
que en ese momento no aparezca ninguno de nuestros actuales representantes, porque
entonces seria indignación o algo pero lo que podríamos respirar.
En cualquier caso la visita es recomendable y casi obligada.
Gran crónica Alfonso :)
ResponderEliminarGracias Juan Antonio. La verdad es que la visita me resultó interesante. Además asistió bastante gente en las jornadas, pese a la general desafección con la clase politica actual.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Alfonso.
ResponderEliminarFíjate que yo, aún viviendo en Madrid, no he ido nunca a esa jornada de puertas abiertas... Te hubiera acompañado aunque nunca me hubiera tomado la bebida que te ofrecieron... no me fío de ellos, jajajaja.
Un abrazo.
Pues fijate Towanda, esta visita fue en Diciembre y aqui sigo vivito y escribiendo. Tampoco me fio de ellos, pero es que ese chocolate lo pagabamos todos y ya era una cuestión de orgullo personal.
EliminarSaludos.