Nadie
en varios kilómetros a la redonda sabría decir su nombre, esa mujer joven de
tez blanca y ropas oscuras era totalmente desconocida para los vecinos del
pueblo que pasaban observándola intrigados. José tampoco la conocía, pero verla
permanecer frente a su casa durante tantas horas le producía una mezcla de
curiosidad y desasosiego.
De
repente la joven se levantó dirigiéndose a su casa. José abrió la puerta y la
contempló, tenía el rostro más bello que había visto nunca y una expresión que transmitía
serenidad.
La joven le dio un beso llevándose consigo su último
aliento.
Buen intento. Suerte.
ResponderEliminarUn saludo indio
Muchas gracias indio. Es el primero que mando o sea que muy logrado no estará, pero me apunto a lo de que "lo importante es participar".
ResponderEliminarUn saludo.