Tanto nos habían hablado de las
bellezas de Asturias que la teníamos en el apartado de tesoros pendientes de
descubrir, y este año, como otros muchos extremeños, hastiados del calor del
sur, decidimos poner rumbo al norte para disfrutar del sempiterno verdor
asturiano.
Día 1. Viaje y llegada a Soto
de Cangas.
Desde Cáceres hasta Soto de
Cangas, pueblecito que habíamos elegido como centro de operaciones en nuestra
escapada, teníamos casi seis horas de viaje. Los dispositivos GPS pueden
sacarte de apuros en gran parte de los trayectos, pero en este caso, nos jugó
una mala pasada, ya que al configurar la ruta “más corta” nos llevó, ya
llegando a Cangas, por una carretera secundaria que ascendía serpenteante por
un cerro envuelto en una niebla cada vez más espesa, y por la cual acabamos
pasando por el famoso mirador del Fitu. Si el día hubiese estado soleado,
hubiésemos dado por bueno el desliz del gps admirando las vistas desde de los
miradores más famosos de Asturias; pero ese día, como casi todos en esta
tierra, las nubes y la niebla fueron nuestros incómodos compañeros en los
últimos kilómetros del trayecto.
Pese a ese inconveniente postrero
en el viaje, una vez en Soto de cangas, pudimos desquitarnos saboreando algunos
de los manjares típicos de esta tierra, como la fabada y el cachopo.
Por la tarde nos dirigimos a
Cangas de Onís, enclave turístico cercano a Soto de Cangas donde pueden
visitarse tanto el puente romano, como su iglesia.
Día 2. Museo del Jurasico,
playa de la Griega y Lastres.
En nuestro segundo día en
Asturias nos dirigimos a la localidad de Colunga, más concretamente a la Rasa
de San Telmo, donde se encuentra situado el museo del Jurásico, testigo del
paso de los dinosaurios por gran parte de la costa asturiana.
Este museo alberga la tercera
dotación más grande en fósiles de huellas de dinosaurios, y es un lugar de
obligada visita en esta tierra, más aun si se viaja con niños.
Es recomendable seguir la visita
guiada, incluida en el precio de la entrada, y prácticamente obligado el
hacerse fotos ante las replicas a escala real de estos dinosaurios, que pueden
verse en las inmediaciones del museo.
Muy cerca del museo del Jurásico
esta la playa de la griega, donde se ubican, siguiendo una senda bien
señalizada, algunos rastros de huellas de dinosaurios.
Este es un enclave ideal para
pasar una tarde de paseo y relax posterior en la playa, de arena fina y clara.
Para terminar el día, nos
dirigimos a Lastres, pueblo costero situado a 3 kilómetros de la playa de la
Griega.
Lastres es una locura de pueblo, en
el que puedes subir al cielo, haciendo parada en la iglesia de Santa María de Sabada,
y bajar en poco tiempo cientos de metros hacia el puerto, en una amalgama de
calles en pendiente y laberínticas escaleras.
Cualquier vista desde la zona
alta de Lastres no deja al viajero indiferente, pero es desde abajo, ya en el
puerto, donde la vista escalonada de todo el pueblo vale el esfuerzo realizado.
Día 3. Los lagos y Covadonga.
En el día de San Fermín decidimos
subir a los Lagos de Covadonga, uno de los enclaves de visita obligada en
Asturias.
El tiempo en el norte tiende a
engañar al viajero, y quizá este sea otro de sus encantos. A primera hora, en Cangas,
nos encontramos un día muy nublado, pero tras llegar en autobús a la parada de
Covadonga, las nueves dejaron paso a un sol que nos acompañó durante toda la
jornada.
El acceso a los lagos en verano
se hace a través de autobús o taxi; y aunque a priori esto pueda suponer una
molestia, al final es la mejor opción, ya que nos permite contemplar el paisaje
en todo el recorrido, que transcurre por una carretera estrecha con numerosas
curvas, en el que es fácil encontrar vacas “alpinistas” pastando en sitios inverosímiles,
o incluso en medio de la carretera cortando el paso.
El autobús nos dejó en el
aparcamiento de la Buferrera, a una altitud de 1050 metros. Una vez allí, nos
informamos sobre las posibles rutas a seguir en la zona, optando en nuestro
caso por la más corta, de en torno a 3 kilómetros que transcurre entre los
lagos de Enol, Bricial y la mina de la Buferrera.
En este caso, se puede aplicar
con toda justicia el dicho de “una imagen vale más que mil palabras”, ya que por
mucho que lo intentase, no podría describir la experiencia de caminar a esa
altitud, rodeado de aire limpio, de naturaleza en su más pura esencia, donde
los colores tienen un grado más de expresión, donde se puede descubrir el verdadero
significado de la calma, y donde cualquier foto es la mejor postal.
Al final, la ruta, incluso para
los senderistas menos avezados, tiende a hacerse corta, por lo que resulta recomendable
hacerla sin prisa alguna, porque cada pausa tendrá su recompensa visual.
Una vez concluida la ruta, de
vuelta en el autobús, regresamos a Covadonga, donde nos espera el Santuario y
la Basílica.
El Santuario de Covadonga, o la
“Santa cueva de Covadonga”, es una capilla neorrománica situada en una gruta
natural, donde además puede verse una hermosa cascada de agua proveniente del
rio Deva. Es un lugar de culto y peregrinación para todos los lugareños, y un
enclave de gran belleza, que además alberga la tumba de Don Pelayo, primer rey
del reino de Asturias.
Muy cerca de allí, sobre el cerro
del Cueto, se erige la basílica de Santa María la Real de Covadonga, construida
entre 1977 y 1901 por el arquitecto Federico Aparici y Soriano, de estilo
neorrománico, y construida en piedra caliza rosada.
Día 4. Oviedo.
El cuarto día de vacaciones
decidimos pasarlo en Oviedo, una de las tres grandes ciudades del principado,
junto a Gijón y Avilés.
Oviedo es una ciudad moderna, muy
bien cuidada y con un centro histórico repleto de bonitas plazas, como la del
Fontán, la de Trascorrales, la de la catedral, etc.
El centro también es
característico por su ruta de las estatuas, desde la de la regenta en la plaza
de la catedral, pasando por la de Woody Allen en la calle Milicias Nacionales,
o la de Mafalda en el parque de San Francisco.
La catedral de Oviedo es una
visita obligada para cualquier turista que llega a esta ciudad.; aunque, bajo
mi punto de vista, cualquier catedral merece la parada y el examen de la
historia que alberga. La de esta catedral, en concreto, se remonta al año 792
d.C., cuando el entonces monarca del principado, Alfonso II el casto, traslada
la corte de Cangas de Onís, donde la había situado el rey Pelayo tras derrotar
a los musulmanes en la batalla de Covadonga, a Oviedo. Entonces manda construir
una iglesia dedicada a El Salvador y otra a Santa María. Durante el reinado de
Alfonso II, el Arca Santa traída de Jerusalén es llevada a la Cámara Santa. En
dicha Arca, entre otras reliquias, se encuentra el Santo Sudario. Sobre estas
edificaciones se construiría posteriormente la catedral de San Salvador, o
Sancta Ovetensis, como también se la conoce, debido a la cantidad de reliquias
que alberga.
Esta catedral, mezcla de estilos
gótico (siglos XII-XVI), renacentista (siglo SVI) y barroco (siglos XVIXVIII),
se caracteriza por albergar una gran riqueza cultural en su interior, con un
sobrio retablo, y el atractivo de ver una réplica del sudario de Cristo en su
cámara santa; aunque su torre exterior es un reclamo que sobresale en una
fachada que probablemente no tenga la grandeza de otros templos.
Día 5. Llanes y los cubos de
la memoria.
En el quinto día de nuestras
vacaciones nos dirigimos a la villa de Llanes, uno de los pueblos más
turísticos del principado, situado en la costa oriental del principado.
Llanes es un enclave que invita a
alejarse del bullicio de su centro más comercial, y eso hicimos, dirigiéndonos a lugares tan
interesantes como el faro, el mirador de los cubos de la memoria, el puerto
pesquero o el paseo de San Pedro.
Los cubos de la memoria son el
emblema de Llanes y una nota más de color en el bello litoral asturiano.
Son obra del artista vasco
Agustín Ibarrola, que dibujó a finales de 2001 una serie de pinturas sobre los
bloques de hormigón que protegen el puerto.
Al parecer, Ibarrola ha tratado
de plasmar en su obra la memoria del arte el legado cultural y artístico, que
en el caso de Llanes se remonta a época paleolítica. Estas representaciones
simbolizan lugares u objetos como el Covarón de Parres, el Ídolo de Peña Tú, el
picu asturiense, la Cueva de Trescalabres, el arte románico o las Inxanas,…
Su obra estaba prevista en dos
fases, de las cuales queda aún pendiente la ejecución de la segunda.
Tras la visita al litoral de
Llanes, nos dirigimos a su casco antiguo, declarado histórico conjunto
artístico, en el que pudimos disfrutar de lugares como la Basílica de Santa
María del Concejo y la capilla de la Magdalena, entre otros.
Y como colofón a la visita
matutina, no quisimos marcharnos de Llanes sin probar un cachopo asturiano; que
los aficionados a la buena carne de ternera sin duda disfrutaran.
Día 6. El descenso del Sella.
Asturias tiene muchos reclamos
turísticos con los que atraer a los visitantes, y uno de ellos es el descenso
del rio Sella.
El primer descenso del Sella se
remonta al año 1931, siendo al año siguiente, 1932, cuando se establecieron la
salida y meta definitivas. Con algunos años de parón en la guerra civil y
posguerra, el descenso se ha ido celebrando desde entonces, cobrando cada vez más
popularidad.
Pese a que el día amaneció
nublado y amenazando lluvia, no quisimos despedirnos sin realizar el descenso, por
lo que nos desplazamos a Arriondas para completar otra de las actividades casi
obligadas cuando se viene a esta tierra.
Cuando planeamos las vacaciones
no recomendaron realizar una reserva de canoas en alguna de las numerosas
empresas que gestionan el descenso del rio; y la verdad es que esto es algo que
resulta bastante recomendable, sobre todo en temporada alta y mas aún en
Agosto, ya que el día 5 es la fiesta de las piraguas, fecha en la que se
celebra el descenso internacional del Sella, con la consiguiente afluencia de
turistas y aficionados.
He de decir que el descenso
resulta una actividad que no requiere un esfuerzo excesivo, y que se puede
realizar con niños a partir de 7 años; siempre con la supervisión de algún adulto.
Además el cauce del rio permite múltiples
paradas para comer o descansar, y las distintas empresas que gestionan el
descenso tienen servicios de recogida en varios puntos del recorrido.
En nuestro caso, el recorrido
completo, realizado con canoa de tres plazas, mucha tranquilidad, y varias
paradas, nos llevó una cuatro horas y media. El rio apenas tiene profundidad,
el cauce no es demasiado rápido, al menos en la fecha en la que lo realizamos,
y durante el descenso pudimos compartir camino con patos y, sobre todo al
final, con salmones de distintos tamaños.
Día 7. Vuelta a casa con
parada en León.
En nuestra vuelta a tierras
extremeñas dejamos Asturias a primera hora de la mañana con una temperatura de
22 grados, siendo esto algo más que envidiar de esta bella tierra, ya que a
última hora de la tarde, Cáceres nos recibió con 38.
En nuestra vuelta teníamos varias
opciones para realizar una pequeña parada, y entre ellas decidimos visitar León
y su catedral.
Iniciada en el siglo XIII,
es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa.
Conocida con el sobrenombre de,
que significa Bella Leonesa, se encuentra en pleno Camino de Santiago.
La catedral de León, conocida con
el sobrenombre de Pulchra leonina, presenta un amplio historial de
reconstrucciones, fruto del afán de sus ideólogos por la reducción de los muros
a su mínima expresión para ser sustituidos por una colección de 125 vidrieras
medievales, siendo una de las catedrales con más vidrieras del mundo.
Además, la catedral de León cuenta
con el coro de sillería más antiguo de España.
El exterior de la catedral
tampoco defrauda al visitante, con una soberbia fachada occidental flanqueada
por dos torres góticas de 65 y 68 metros.
El mejor punto y final posible a
unas vacaciones que no olvidaremos…
Fuentes:
Fuentes:
Wikipedia.
Anotaciones personales.
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