392. La noche de las brujas.


Las ramas de los árboles arañan el rostro de una extraña que corre sin aliento, huyendo de su destino, y profanando a cada paso la quietud de un bosque al que no le gustan las visitas, y que se prepara para recibir la noche.

No muy lejos de ella se oyen ladridos de perros, y los gritos de una muchedumbre que no da tregua, decidida a capturar a su presa.

Casi al límite de sus fuerzas, consigue ver una casa junto a un claro del bosque, y corre hacia ella en busca de un refugio donde esconderse.

Apenas había pasado un mes desde su llegada a la ciudad, y el hecho de no venir acompañada de un marido e hijos había levantado recelos entre los más puritanos. Aun así, hizo todo lo posible por integrarse entre sus vecinos, prestando ayuda a todo aquel que la necesitara, aunque su belleza resultó ser una desventaja, pues tras varias negativas a las proposiciones de matrimonio enviadas por el escribano de la ciudad, y aprovechando el malestar reinante al estar sufriendo una época de malas cosechas, este dejó correr el rumor de que la recién llegada podría ser una bruja.

Y como no hay peor enemigo que un rumor, pasados tres días de miradas largas y manos señaladoras, la joven fue acusada de brujería ante la Santa Inquisición.

Al llegar a la casa, abre la puerta con cuidado y mira a su alrededor, sin observar a nadie. Con un hilo de voz pide ayuda, pero solo el silencio responde, y decide buscar cobijo en el interior, atravesando el salón y entrando en una de las habitaciones.

Al cruzar la puerta escucha un susurro casi imperceptible, y la luz de la vela que iluminaba la estancia se desvanece. El aire se enfría, acelerando su respiración, y un hormigueo punzante se extiende rápidamente por su cuerpo, que se eleva del suelo, ajeno a su control, levitando durante unos instantes y quedando después inmovilizado contra uno de los muros.

Con las extremidades estiradas hasta el límite de sus tendones, la joven observa como una sombra surge del suelo, lenta, pero inevitable. Apenas puede distinguir su forma, pero al acercarse consigue ver sus ojos, como dos brasas rojas en la oscuridad.

La joven intenta gritar, pero ya no tiene voz. La sombra, ya junto a ella, toca su brazo, y tras absorber el miedo que emana de su piel, entra en su cuerpo. Entonces sus ojos, antes azules, se tornan blancos, y el peor dolor imaginable recorre cada rincón de su ser, que entre leves convulsiones comienza a hundirse en el muro, arrastrado por miles de almas hambrientas.

El tormento solo cede cuando se escuchan algunos ladridos, acompañados por los gritos de los inquisidores, que han encontrado la casa y exigen el ajusticiamiento de la bruja. Es entonces cuando el espectro que la atormenta entra en su mente, reviviendo en cada uno de sus recuerdos y alimentándose de todos sus temores.

Con el bosque envuelto en el manto de la noche, la joven sale a recibir a la comitiva, que empuña armas con la sed de una impostada justicia. Los perros, al ver sus ojos, del color de la luna roja que domina el cielo, huyen entre gemidos ininteligibles, cruzándose en su huida con cientos de criaturas, que aguardan junto al claro, ávidas de sangre, a la espera de una señal.

—Entra en la jaula, bruja, o te metemos a rastras —le ordena uno de los inquisidores.

—Aquí me tenéis. —responde ella, con mirada desafiante —venid pues.

Tras un leve susurro, una tormenta de cuervos se abalanza sobre los hombres, devorando sus ojos, desfigurando sus rostros y dejando los cuerpos a merced del hambre de las fieras. El escribano, acorralado entre las afiladas fauces de tres lobos, permanece de rodillas, como único superviviente, implorando clemencia ante la llegada de la joven.

—Vivirás solo para dar testimonio —le susurra al oído con su voz encantada— Recorrerás pueblos y ciudades, sin descanso. Les dirás dónde está la bruja. Los traerás hacia mí, y cuando vengan, yo les abriré las puertas del infierno.




Relato enviado al concurso de relatos "Jornadas Góticas" de Cáceres.
Relato nº 392 desde el origen del blog.






















cuando vengan, yo les abriré las puertas del infierno.

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