Desde entonces, no encontramos mano de obra. Tras la explosión, todos en la fábrica sufrieron un síndrome postraumático que los dejó sin memoria. El problema se agudizó después, cuando en sus casas, olvidaron todo rastro de sus vidas, en medio de una niebla espesa y voraz que se ensañó con sus recuerdos. Al final de ese trance se los vio en las afueras, permaneciendo inmóviles durante varios días, hasta que sus pies se hundieron en el suelo, sus rostros se difuminaron, y sus brazos se ramificaron sin cesar, floreciendo después en una lluvia de polen rojizo que el aire mece suavemente, enviándolo de vuelta a la ciudad.
Imagen de javier alamo en Pixabay
Microrrelato enviado al concurso "Relatos En Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Desde entonces, no encontramos mano de obra"
Relato nº 364 desde el inicio del blog.
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