362. Los coleccionistas.

Estaba en la sala de espera, y aunque no era la primera vez, no podía evitar sentir ese pellizco en el ánimo, alimentado por mi impaciencia y sobre todo por el silencio reinante en la sala, que todos los allí presentes respetabamos como si fuera una liturgia a la que debíamos contribuir con la mayor solemnidad posible.

En estos casos siempre es bueno venir de la mano de un ser querido. Mi marido me acompaña siempre, y en los momentos de espera me muestra fotos de instantes pasados que forman parte de una gran colección que cada día se empeña en agrandar. El día que nos conocimos, como no, en una sala de espera, el aroma de nuestro primer café juntos, el primer beso, el nacimiento de nuestros hijos, cualquier momento en el que pueda robarme una sonrisa, aunque sea a escondidas, lo guarda en su colección.

Al principio solo lo hacía conmigo, pero últimamente lo hace con cualquiera de la sala que le muestre cierta complicidad. Y no se cansa de repetirme que la vida se esconde siempre en los detalles, como en la media sonrisa del médico antes de decirnos que aún tendremos tiempo para aumentar la colección.


Imagen de Leopictures en Pixabay

Microrrelato enviado al concurso "200 Pulsaciones".
Relato nº 362 desde el origen del blog. 




Comentarios

  1. Muy bueno, Alfonso!!
    Feliz 2025 y que te proporcione mucha paz y alegría.
    Besicos muchos.

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    Respuestas
    1. Gracias por pasarte, Nani. Feliz 2025 para ti también. Abrazos.

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