347. Ciclo mortal.

Desde que comencé a caminar por el sendero de la vida se que nada ocurre por casualidad, siempre hay una razón para todo, una llave oculta al final del hilo con la que abrir el rompecabezas de lo inexplicable, y en cierto modo, un patrón que se repite en el hálito de nuestra existencia, marcando nuestros actos, y en cierto modo, nuestro devenir.

Quizá por ello no me sorprendió estar en aquel idílico paraje, el mismo día y a la misma hora, tres años después, paseando de la mano de una mujer de belleza similar a la anterior.

Su perfume se mezclaba con el aroma del rocío, y una tibia brisa mecia su pelo mientras caminábamos por el bosque hacia el acantilado. Al igual que en los casos anteriores, como testigos contaba con unas vistas idílicas del mar desde lo alto de las rocas, el amor de una mujer y la promesa de un futuro en la mejor compañía.

Todo parecía conducir al mismo desenlace, ese en el que beso a la chica, la empujo con fuerza hacia el abismo y aguardo entre lágrimas el golpe contra las rocas, para después regresar en silencio, pensando irremediablemente en la siguiente víctima.

Microrrelato enviado al concurso del blog “esta noche te cuento”.

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Relato nº 348 desde el origen del blog. 


 

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