Como cada tarde, salieron a la terraza para añadir una nueva puesta de sol a su colección.
Bajo
la tenue luz del crepúsculo cruzaron sus miradas y se agarraron de la mano, tratando
de disimular la emoción ante el fulgor silencioso de la noche.
Arropados
bajo miles de estrellas, ella se recostó ligeramente en su mecedora y cerró los
ojos, entregándole a cambio una sonrisa.
Minutos
después, la máquina a la que estaba conectada emitió un pitido continuo.
Entonces
él se levantó, la besó en la mejilla y desconectó la maquina mientras sacaba el
bote de pastillas de su bolsillo.
Microrrelato enviado al concurso
“Relatos con banda sonora”, de la SER.
Titulo de la canción: Skeeter Davis: The End of the World:
Relato nº 345 desde el origen del
blog.
Ese bote de pastillas me ha puesto la piel de gallina, Alfonso.
ResponderEliminarMuy buen micro, felicidades.
Besicos muchos.
Gracias, Nani. Para el protagonista del relato, después de lo sucedido, y pese a cualquier promesa, las pastillas son el camino fácil.
EliminarUn abrazo.