Mientras le vendaba los ojos, el verdugo intentó convencerla de que se retractase e implorase clemencia, aludiendo a que aún tendría tiempo de restituir su honor y salvar la vida.
Ella
se reafirmó en su postura, convencida de la veracidad de su teoría, y a
sabiendas de que un mundo sin libertad de juicio nunca tendría sentido.
Bajo
un griterío incesante, nadie pudo ver las lágrimas del verdugo, ocultas bajo la
capucha, mientras buscaba entre los asistentes alguna indicación en contra que
no encontró, ni el instante en el que llegó a dudar, antes de accionar la
palanca que acabaría con la vida de su mujer.
Microrrelato enviado al concurso "Relatos En Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Mientras el vendaba los ojos, el verdugo"
Relato nº 324 desde el origen del blog.
Qué final más bueno, Alfonso. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Me alegro de que te haya gustado el relato en general y el final en particular. Como bien sabes tú con tus letras, los buenos relatos siempre buscan un giro o una vuelta de tuerca final, aunque a veces ese giro no sea todo lo bueno que nos gustaría.
EliminarUn saludo.