Nada más cerrar el libro notó la cubierta agrietada y el título difuminado, observando con asombro como se filtraban entre las páginas cientos de letras suicidas, que caían en cascada al suelo.
El analista de letras marchitas
consultado encontró personajes desdibujados entre líneas, tramas prometedoras
que luego no alcanzaban profundidad, y capítulos salpicados de palabras sin
rumbo, incapaces de encontrar un buen final, diagnosticando a la obra con el
síndrome de la prosa impaciente.
Entonces el autor, siguiendo sus consejos,
aplicó cuidadosamente una terapia correctiva en fondo y forma, reanimando
personajes, armonizando tramas y dando brillo a una obra, ahora sí, digna del
mejor lector.
Microrrelato enviado al concurso "Relatos En Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Nada mas cerrar el libro".
Relato nº 316 desde el inicio del blog.
Qué bonita apuesta, Alfonso. Pronto te quedas en la ventana.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus ánimos.
Besicos muchos.