Orden de alejamiento.

Dígale, Agente, que la quise mucho en aquel verano del 92, pero llegó septiembre, ella se hizo gótica y yo me fui a la “mili”; en fin, que quiere que le diga, que la vida nos llevó por caminos distintos, yo estoy felizmente casado, tengo dos hijos, y me da igual que vuelvan a llevarse las faldas de campana, el terciopelo verde, o incluso las riñoneras. Lo nuestro ya no puede ser.



 

 

 

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