Expresiones corpóreas de lo incorpóreo.
La coge con sus propias manos y la parte en dos, dejándola
caer al suelo.
Al momento surgen, bien pertrechados, el odio y la envidia,
ofreciéndole un arma cargada de resentimiento.
Y aun sabiendo que la venganza estaría al alcance de su
mano, ya no da un paso más.
Sus miedos, que custodian la puerta, se han hecho fuertes,
conscientes de que la última gota de su valor la vertió sobre su conciencia
agonizante.
Última cena de eliminación.
La coge con sus propias manos y la parte en dos, para
después ofrecerla a sus discípulos diciendo:
“¿Qué? Con estos ingredientes no
pidáis milagros”
Testimonio pre mortem.
La
coge con sus propias manos y la parte en dos, dejando caer los pedazos mientras
me acompaña al final de la cola del último aliento. Tras la ira por el engaño,
me llega el dolor, porque nadie sabrá cómo nos da caza; como arrincona nuestros
anhelos, y como nos tortura mostrando en una mano el secreto para esquivarla,
mientras la otra nos va desgarrando el alma. Y cuando llega la calma, al final
de mi camino, no puedo evitar que una lágrima se derrame sobre esas palabras
que nadie leerá cuando hayamos muerto.
Muy buenos, Alfonso. En especial el segundo me ha encantado.
ResponderEliminarSaludos.
Ja ja, gracias Rafa, pues me vino la inspiración el domingo, mientras oía de fondo cierto programa en la tele...
EliminarUn saludo.