—Es
como sale mejor, tío, sin pensarlo. Como en esas películas que ve papá. Le
esperamos después de clase, escondidos en el callejón; y cuando aparezca,
saltamos sobre él y le clavamos el cuchillo tantas veces como podamos. Así
aprenderá ese estirado que un cuatro y medio si es un cinco.
—No sé,
tío. ¿Y si se entera mamá?
—Pues
si se entera, ya sabes. Nos la cargamos.
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