Era de los pocos detectives honrados que
quedaban en la ciudad, en medio de la histeria provocada por las
misteriosas desapariciones.
Primero
fue el sol, que dejó paso a una oscuridad blanquecina, en la que los pájaros
apenas duraron un suspiro. Los edificios más altos comenzaron a decrecer, y las
calles, poco a poco, fueron desdibujándose.
Trató
de ordenar sus pensamientos, agolpados de manera inconexa por el fuerte aroma a
nata que lo envolvía todo, y tras un instante de análisis, cuando la solución
al caso comenzaba a vislumbrarse en su cabeza, notó una fuerte sacudida, y su
mente se quedó en blanco.
Qué recuerdos, Alfonso. Yo también tuve una de esas Milán que olían a nata ;). Muy buen micro, lleno de paralelismos que has sabido desarrollar con gran maestria. Enhorabuena.
ResponderEliminarBesotes
Gracias por la visita y el comentario Asun. A mi esas gomas siempre me han traído buenos recuerdos, y me pareció una buena ocasión para darle cierto protagonismo.
EliminarSaludos.