El abrazo del ángel.

El edificio en el que a duras penas ha conseguido esconderse está en ruinas. Los muros apenas se tienen en pie y de los grandes ventanales que antaño los coronaban solo quedan algunos pedazos de vidrio con restos de sangre.

Le cuesta respirar, y la herida que le acompaña desde la última reyerta insiste en abrirse camino en su interior.

Recostado sobre unos cartones, y a esas alturas de la guerra, su esperanza de vida es un hilo cada vez mas fino que ya no alcanza a sujetar.

A través de las ventanas desvencijadas mira al cielo. Parece que algo se acerca. La vista también empieza a fallarle. Se frota los ojos con la parte mas limpia de su manga y vuelve a mirar.

Siempre se ha considerado creyente, incluso en los peores momentos.  

La imagen está cada vez más cerca, envuelta en una aureola brillante. Su madre le dijo cuando era niño que todos tenemos un ángel de la guarda que cuida de nosotros y nos guía en el camino al más allá.

En su último aliento, el soldado le tiende la mano al ángel y se marcha con él, antes de que el misil destruya el edificio. 



Micro relato enviado al concurso del blog "Esta Noche Te Cuento". Tema de esta convocatoria: Ángeles o Gigantes. Podéis ver el relato en la web del ENTC en este enlace.



En su cabeza.

Dándole vueltas al último contrato de telefonía encontré un nuevo código secreto. Cada vez son más frecuentes, y están por todas partes.

Según los datos escondidos en la sección de bricolaje del panfleto del supermercado, el ataque se producirá en dos días, y si quiero evitarlo no tendré más remedio que ser más cuidadoso que la última vez, ya que mi mujer, un agente infiltrado que trabaja para el enemigo, podría darse cuenta y avisar al escuadrón de batas blancas que me encerró la última vez que intente salvar a mi país.

 



A propósito de Putín...

En nuestras ocupadas vidas todo son prisas, estadísticas, clicks y emoticonos, hasta que un día alzas la vista de la pantalla de tu móvil y observas algo que creías olvidado, un anacronismo que de repente sacude tu digital y apacible existencia.

El horror de la guerra en tu propio continente, a la vuelta de la esquina.

Los informativos lo incorporan apresuradamente en su agenda, enviando corresponsales de guerra a las zonas de conflicto, realizando despliegues junto a la frontera del país invadido para entrevistar a todo aquel que la cruza, buscando incansablemente el testimonio desgarrado o la lágrima de la niña que abra el informativo o incluso la sangre que ilustre la primera plana, y poniendo el foco en cualquier movimiento del ejercito invasor y del oprimido, que será analizado por sesudos expertos en los distintos programas especiales.

Los gobiernos se apresuran a condenar los ataques y a implementar medidas económicas en contra del país invasor, estudiando antes el efecto que pueden tener sobre sus propias economías.

El país invasor, dueño absoluto de su verdad, amenaza con represalias a todo aquel que discuta sus planes, tanto en su país como fuera, presumiendo además de su poderoso arsenal nuclear.

Mientras tanto, el resto del planeta, que ya había asimilado en su rutina habitual la convivencia con una pandemia global, incorpora además la posibilidad de una tercera guerra mundial.

¿En que momento la especie humana dejó de evolucionar? ¿En qué momento volvimos a la era de la ignorancia y del terror?

Tras los efectos provocados por el cambio climático, las pandemias y las guerras a escala mundial, cada día parece más evidente que somos la especie mas dañina que el planeta puede albergar bajo su cielo, y que el día que nos extingamos, no nos echará en falta. Ese día, el planeta se curará las heridas, suspirará aliviado, y seguirá girando sin nosotros.   

 



Partículas en suspensión.

Cerró el paraguas un instante después de entrar en el hotel. En el exterior, la lluvia arreciaba y el viento no daba tregua.

Preguntó por ella en recepción, y le indicaron que podría encontrarla en la planta 4ª, habitación 408.

Se habían conocido en un local de citas rápidas, de esas en las que debes vender la mejor versión de ti mismo en cinco minutos para conseguir el interés de la persona que se sienta frente a ti. Un astrónomo corriente como él no tenía nada que ofrecerle a una chica de revista como ella, y por eso le extrañó que se interesará por él, desechando al resto de candidatos, y que aceptará continuar esa primera cita en un bar, con algo más de tiempo.

Cuando entró en la habitación la vio en la terraza, contemplando el cielo. La lluvia había cesado y las nubes parecían tener prisa por alejarse.

 Cerró la puerta de la habitación y ella se volvió, encontrándose en su mirada.

—Ven, por favor.

El se acercó a la terraza y se colocó a su lado.

—¿Alguna vez te cansas de verlas?

—¿Las estrellas? En absoluto. En noches claras como esta podría pasarme horas bajo el telescopio.

—¿Te parecen hermosas?

—Después de ti, lo mas bello que he visto nunca.

—¿Qué opinas de aquella? —le preguntó ella indicándole la estrella situada sobre la constelación de Orión.

—Es una supernova. Su nombre es C-213-J. Está en proceso de expansión.

—¿Sabes porque se expanden?

—Si. En cierto modo, es el proceso previo a su desaparición. Aumentan de volumen, expandiéndose después en forma de polvo de estrellas y partículas en suspensión antes de decrecer y apagarse para siempre.

—Parece que conoces bien el proceso.

—Bueno; como te dije cuando nos conocimos, soy astrónomo. Y además, en este caso concreto, esa estrella la descubrí yo. Recuerdo que fue hace dos años, una noche de julio, en el observatorio de Tenerife.

—Yo también me acuerdo de aquella noche. 

—¿Cómo dices?

—Vosotros, los astrónomos, os pasáis gran parte de vuestra vida contemplando las estrellas; las veis nacer, le ponéis nombre, sois testigos de su evolución, de los sistemas a los que dan vida, e incluso de sus periodos de expansión y contracción previos a su muerte; aunque en esta última parte aun no conocéis toda la verdad.

—No te entiendo, la verdad.

—Es muy sencillo. Como tú has dicho, la muerte de las estrellas comienza con un periodo de expansión en el que se generan partículas en suspensión. Esas partículas viajan por todo el universo, dando origen no solo a muchas estrellas y planetas, sino a las distintas criaturas que viven en ellas.

—Entonces; ¿Tú no eres de este planeta, verdad?

—Creo que eso ya lo intuías desde el día en que nos conocimos.

—En cierto modo, creo que sí.

—Por eso he venido a verte. Me conoces desde hace dos años, aunque para nosotras, las estrellas, el tiempo se desarrolla en ciclos algo más complejos que los que vosotros manejáis.

—Eres C-213-J.

—Soy parte de su reflejo aquí en la tierra. Parte de sus partículas con la forma humana que vosotros conocéis.

—No me negarás que es difícil de creer.

—Tu sistema solar, con su estrella a la que llamáis el sol, y todos los planetas, nacieron en los albores de mi expansión; hace millones de años. Pero ahora mi camino ha de seguir, y en el voy recorriendo todos los sistemas que forman parte de mi, y de entre todas las partículas que se han creado a partir de mi expansión, las tuyas constituyen algo especial para mí.

— ¿Especial?...

— Es fácil. Vosotros lo llamáis conexión. Ocurrió hace dos años, cuando descubriste mi posición. A partir de ahí, comencé a formar parte de tu mundo; y yo reparé en esa ilusión con la que me mirabas. ¿Sabes que los seres humanos también podéis expandiros? Lo hacéis desde dentro; desde lo que llamáis “el alma”; y podéis generar una gran cantidad de energía. Parte de la tuya viajó a través del universo, y ahora está en mí. Por eso estoy aquí ahora, contigo.

—Pero… ¿Cómo es posible?

—Siempre ha sido así; desde los albores del universo. Las estrellas nos expandimos durante miles de años, una parte de nosotras comienza el viaje creando vida en el camino, y después el resto de las partículas termina recogiendo el testigo de toda su creación.

—Un destino cruel.

—Como cualquier otro. Toda vida tiene un principio y un final.

— ¿Y cómo puedo ayudarte en tu estancia aquí en la Tierra?

—Mi estancia en la Tierra toca a su fin, pero he venido a ofrecerte algo que es posible que pueda interesarte.

—Te escucho.

—Te ofrezco que hagamos juntos el camino que me queda por recorrer, hasta que mi luz se extinga.

— ¿Cuándo será eso?

—Cuando todas las partículas que comenzaron la expansión se reúnan en un solo ser. Entonces me comprimiré y dejaré de emitir luz para siempre.

— ¿Y cómo será?; me refiero al viaje. ¿Cómo lo haremos?

—Estarás bien. No te preocupes. Solo tienes que decidir si quieres hacerlo.

—Creo que ya sabes la respuesta —dijo ofreciéndole su mano.

Ella la recogió y le atrajo hacia ella. Los cuerpos se abrazaron, y sus partículas, antes cohesionadas en cada uno de sus cuerpos, se separaron en una breve suspensión, para luego salir volando hacia el cielo, fusionándose con un haz de luz que cruzaba el cielo.

En su camino, vivieron en cientos de mundos, crearon otros muchos, y se amaron de todas las formas conocidas e inventadas, hasta que su luz dejó de brillar, en el último confín del universo.