—Pero es su letra, su firma y, sobre todo, su última voluntad —sentenció el abogado cortando de raíz las sonoras quejas de la despreocupada viuda, adjudicataria de la coqueta casa de campo en las afueras, y de los ociosos hijos, beneficiarios de los diez mil ejemplares de la biblioteca familiar que jamás habían tocado.
Al fondo del salón, Clara, la abnegada
sirvienta y heredera directa del resto de la fortuna de Don Gustavo, recordaba
con fruición sus últimos instantes de vida, a sabiendas de que en su último
suspiro, jadeante bajo sus caderas, el anciano fue feliz.
Micro relato enviado al concurso "Relatos En Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Pero es su letra".
Bonito relato, Alfonso. Y satisfacción para el difunto. Se fue con alegría!! Jajajajaja.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Je je, vaya si lo hizo, Nani.
EliminarUn saludo.