El bosque estaba ahí, esperando el regreso de Anselmo, peregrino en una ciudad que lo había etiquetado como a un extraño cotidiano sin nada que ofrecer.
En lo más recóndito de la
espesura había encontrado la paz, al arrullo del silencio y en la tranquilidad
de las cosas sencillas, como un cielo salpicado de estrellas de improvisado
techo o un manto de hojas como lecho en el que dejarse dormir.
Y por eso, aquella noche, antes
de recargar su escopeta, maldijo a la chica que se desangraba en el cepo
rompiendo el silencio a gritos, mientras los lobos devoraban el cadáver de su
novio.
Micro relato enviado al concurso "Relatos En Cadena", de la SER. Frase de inicio: "El bosque estaba ahí, esperando".
Uyy Alfonso, ¡menudo final!!
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besicos muchos.
Gracias, Nani. Ahí seguimos...
EliminarUn saludo.