El último amanecer.


Nunca escalábamos de día; fuera cual fuera el reto al que nos enfrentáramos. Desde que el mundo se había convertido en una feria global en la que había que guardar cola hasta para subir un “ochomil”, la compañía de la noche se había convertido en nuestra mejor opción. No estaba exenta de riesgos; como la falta de visibilidad, pero en contrapunto teníamos la tranquilidad que aportaba el silencio, y los nuevos amaneceres que se añadían a nuestra ya larga colección.

Mi padre acumulaba años y muchos metros cuesta arriba, pero se había empeñado en coronar la Montaña de los Espíritus, una de las pocas cimas que se nos resistía, a veces por el tenaz viento escarchado que parecía encoger el alma, otras por la falta de oxígeno, pero esta vez tiraba de mí con una fuerza y determinación que hacía tiempo no recordaba.

Alcanzamos la cima antes de un amanecer que recibimos sentados el uno junto al otro. Los primeros rayos de sol iluminaron el semblante sereno de mi padre, al que vi feliz. Después su respiración se fue relajando poco a poco, hasta que la calma llegó a su espíritu, que se hizo uno con el de la montaña.       



Micro relato enviado al concurso del blog: "Esta Noche Te Cuento". Tema: "Colecciones". Podéis leer el micro relato en la web del blog en el siguiente enlace.

Diario de una crisis viral. Día 11.


Resulta irónico pensar que hasta hace unos días nos considerábamos la especie dominante, la que imponía las reglas del juego acaparando espacios y recursos, mientras arrinconaba al resto en un orden establecido que impusimos sin preguntar.

Incluso tuvimos la arrogancia de mirar a las estrellas, dando por hecho que en este mundo ya nada escapaba de nuestro control.

Y hoy recurro de nuevo a esa ironía al ver como el planeta sigue girando, la naturaleza sigue su curso, pero nuestro mundo permanece parado, escondido en cada casa, y con miedo a un enemigo que ni tan siquiera alcanzamos a ver, pero que en tan solo un suspiro nos ha devuelto a la casilla de salida. 




Principio y final.


Se va a estrellar junto a la torre Eiffel, el mejor sitio que podía elegir, y puestos a tener suerte… pero antes dejará configuradas las nuevas coordenadas de vuelo en el piloto automático, comprobará el cierre hermético de la cabina y reclinará treinta grados hacia atrás su asiento.

Después dará las gracias por radio a todo el pasaje por haber confiado en su compañía para volar, saludando muy especialmente a los pasajeros de los asientos 137 y 138, su ex mujer y su nuevo novio, a los que deseará lo mejor.  



Micro relato enviado al concurso "Relatos En Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Se va a estrellar"

El último día.


Llegará pronto una vez más, y se encontrará con su mujer justo en el momento en el que ella regrese del parque con los niños.

Jugará con ellos mientras los baña entre risas, muñecos aprendices de buzo y muchas pompas de jabón, y después se encargará de preparar la cena.

Con los niños dormidos se tumbará junto a ella en la cama, y tras hacer el amor como si fuera el primer día se quedará embelesado viéndola dormir, mientras sopesa si debe hablarle de esa segunda opinión que le dice que mañana quizá no sea otro día. 



Micro relato enviado al concurso "Relatos en Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Llegará pronto"


Tras su sonrisa...


Y ella finge que se lo cree, y coloca cuidadosamente esa excusa entre los pliegues de una sonrisa impostada, la misma que acumula sus llamadas de última hora, los fines de semana de trabajo, los besos vacíos y las quince maneras distintas e infalibles de matar a un marido infiel.


Micro relato enviado al concurso "Relatos en Cadena", de la SER. Frase de inicio: "Y ella finge que se lo cree"