Reseña de "De que hablo cuando hablo de escribir" de Haruki Murakami.


Nunca había leído nada de Haruki Murakami, pero como a otros grandes autores, lo tenía en varias listas de lecturas pendientes, y cuando le llegó su turno, me pareció una manera distinta pero muy adecuada leer uno de sus libros donde habla de su vida y su forma de escribir.



De que hablo cuando hablo de escribir es una reflexión constante de este autor, narrada en primera persona, sobre su vida, que transcurre en Japón primero, y en el extranjero después; sobre su empeño por convertirse en escritor, y sobre el mundillo literario y su afectación para consigo mismo.

Los premios literarios son algo sobre lo que el autor reflexiona ampliamente. Por un lado, agradece el poder haber ganado premio Gunzou para escritores noveles, al comienzo de su carrera, ya que eso le impulsó en su camino como escritor. No obstante, en el libro confiesa que después no logró hacerse con el premio literario más importante de Japón, pero eso no le afectó en su propósito de convertirse en un escritor de éxito, aunque para ello tuviera que dejar, por un lado, un negocio familiar con el que, no sin esfuerzo, podía vivir bien y, por otro lado, abandonar su país para intentar ser reconocido en otros países.

El libro entrelaza de manera muy acertada la vida personal de Murakami con su afán en convertirse en escritor de éxito, confesando al lector sus valiosos consejos para escritores noveles y la sistemática que emplea para la escritura de sus novelas.

A los escritores noveles le da una serie de consejos que, a muchos de ellos, incluido el que suscribe está entrada, le son familiares:

Busca tu estilo.

Murakami leía sin descanso, tanto en su juventud como en su madurez, libros de todo tipo, conociendo, de ese modo, un gran número de estilos literarios. Cuando mayor conocimiento se tiene, mejor es la elección.

Al principio del libro, el autor revela que después de varios intentos infructuosos escribiendo en su propio idioma, descubrió su estilo escribiendo en inglés. Debido que su conocimiento de este idioma no era, en aquellos entonces, demasiado amplio, se obligaba a escribir con un lenguaje más sencillo. De esta forma, el resultado fue satisfactorio tanto para el escritor como para sus lectores.

Cualquiera puede escribir, aunque la destreza se consigue con la constancia.

El autor reconoce tener, a su juicio, cierto talento para la escritura, pero que ese talento no sirve de nada si no se desarrolla con el trabajo.

Los plazos ajustados no ayudan al escritor.

De hecho, el autor nunca acepta ningún encargo con plazo fijo.

Aprende observando todos los detalles de la vida.

En el libro se recomienda hacer una colección en la memoria de todos los detalles curiosos que nos rodean, observando con detalle nuestra vida, y tendiendo cuidado de no sacar conclusiones precipitadas de esa observación.

No hace falta emplear palabras grandilocuentes en un relato, si el resultado, en sí, es mágico.

Empleando la técnica del ensayo – error, el autor se dio cuenta, como comentamos anteriormente que, con un estilo más sencillo en su escritura, esta ganaba en calidad con respecto a un estilo más sobrecargado.

Si no se te ocurre nada sobre lo que escribir, escribe sobre ello.

Murakami también recomienda la escritura terapéutica o escritura libre como tratamiento ante la temida “página en blanco”

Cualquier idea, por pequeña que sea, puede servir para escribir una novela.

En esto están de acuerdo muchos escritores y entendidos de la narrativa, cualquier idea, por pequeña que sea, si se desarrolla adecuadamente, puede convertirse en una novela.


El autor también comparte en el libro su “metodología” a la hora de escribir una novela, que incluye los siguientes pasos:

Aparca todo lo demás, y ponte a escribir.

Murakami fue fiel a este principio, ya que no solo escribió sus dos primeras novelas en la cocina de su casa, sino que, cuando llegó el momento y comprendió que necesitaba dedicarse en cuerpo y alma a la escritura, no dudó en dejar su negocio y emprender ese camino.

Fija objetivos.

El autor es partidario en su libro de fijar un número determinado de palabras para escribir al día. Ni más ni menos.

Al acabar la novela…

Según su metodología, al terminar la primera escritura, hay que dejar un tiempo el borrador en un cajón y después ponerse con el proceso de reescritura. No importa si las cosas que se cambian afectan a la trama, ya se improvisará la reescritura del resto de la novela.

Segunda reescritura.

En la segunda reescritura hay que fijarse con mayor atención en los detalles, como las descripciones, diálogos, etc.

A dormir…

Después de terminar la novela, Murakami recomienda dejarla “descansar” durante un tiempo y dedicarnos a otra cosa.

En esta metodología, Murakami, al igual que otros muchos autores, da mucha importancia al proceso de la reescritura. Para el, este proceso es fundamental, ya que piensa que cualquier cosa que se escriba, siempre es mejorable.

En esta práctica, el autor se basa de lo aprendido en sus lecturas de autores como Raymond Carver, al que recuerda en el libro con esta cita: Al fin he entendido que una novela se perfecciona después de releerla, de quitarle algunas comas y volver a leerla una vez más para poner las comas en el mismo sitio donde estaban.

En el libro también se trata la tolerancia a las críticas que han de tener todos los escritores. A este respecto, Murakami recomienda tener siempre cierta distancia con ellas y, sobre todo, que no te hagan perder la confianza en ti mismo.

Otro aspecto muy importante para el autor, es su afición al deporte y su importancia como complemento a su escritura. Murakami es un gran aficionado al running como estimulante neuronal en su actividad como escritor. Su afición por este deporte le llevó a escribir un libro llamado “de que hablo cuando hablo de correr”.

Otros aspectos que menciona el autor a la hora de favorecer el proceso creativo son aspectos como la sobriedad y la monotonía, siendo estos, a su juicio, imprescindibles si uno quiere escribir.

El autor da mucha importancia al proceso de creación de los distintos personales que van a intervenir en su novela, confesando que, cuando comienza una novela, su corazón palpita cada vez que se pregunta a quien va a conocer en esta ocasión.

Esta cita muestra una técnica muy particular a la hora de describir a sus personajes, siendo el proceso narrativo el encargado de desarrollarlos.

Por último, y quizá el consejo más importante de todos los que Murakami da en este recomendable libro. La primera premisa a la hora de escribir, es que resulte divertido.

Que así sea…



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