No
era el mar, pero se le parecía tanto como ese amor que resultó ser solo cariño
y se evaporó en un suspiro.
Tampoco
eran sus hijos, ni su hermana, ni si quiera aquel amigo de la infancia; aunque
hubiese jurado que en esas miradas había algo de sí mismo.
Aquella
no parecía ser su vida, y cada vez le costaba más hallar su rastro.
No sé si es tu idea pero a mí me ha llevado a pensar en alguien a quien el Alzheimer le está robando su vida. Cuando todo lo conocido se va desdibujando ¿Dónde refugiarse? Me ha conmovido mucho tu relato Alfonso.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo tb he visto por ahí los tiros abrazos
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