Como si de una plaga venenosa se tratara,
evita en todo momento el contacto directo, aturdida por unas reacciones para
las que no encuentra explicación plausible.
No
entiende los sudores repentinos, ni la respiración entrecortada. No entiende el
pulso acelerado ante el mas mínimo roce; e incluso años después, aun no logra
entender cómo puede perderse durante horas en el azul de esos ojos que un día apuntaron a dar.
El amoreee!! buena pieza Alfonso abrazos a por septiembre.
ResponderEliminarDejaremos descansar a los del REC, a ver si la temporada que viene haya mas suerte.
EliminarUn saludo.
Buen intento, Alfonso. A cargar pilas para el otoño.
ResponderEliminarGracias Rafa.
EliminarUn saludo.