Salgo de casa sin pisar las
juntas del suelo y recojo con la mano izquierda el periódico que Armando me
lanza al verme. Se nota que ha mejorado la técnica. Continuo calle arriba
sumando dígitos de las matriculas de los coches que me pasan; hoy casi no lo
consigo con tanto tráfico.
Ya en la avenida me cubro los
ojos con el pañuelo de mi bolsillo y cruzo a diez metros del paso de peatones;
pero desde que tú cruzaste los conductores son más prudentes.
Creo que no entienden que me
estas esperando en el siguiente nivel con vida nueva.
Si llegas hasta aquí, y me abrazas, te concedo un bonus.
ResponderEliminarAbrazos
En eso estaban Armando. Confiemos en que al final lo consiguiese.
EliminarUn saludo.
Me gustó mucho! Me recordó a las game boy de antes, snif...una chulada.
ResponderEliminarGracias por el comentario Alba. Yo también fui aficionado a los juegos de arcade y me parecio buena idea para un relato.
EliminarUn saludo.
Alfonso, un texto donde ficción y realidad se unen de la mano para trasportarnos por la calle, con mucho cuidado de no entrar en Game Over.
ResponderEliminar¡Original!
Abrazos.
En este caso Nicolás el game over y el salto de nivel estan separados por una linea muy delgada, aunque eso no parece importarle demasiado al protagonista.
EliminarSaludos.
Al principio pensé en el neurótico obsesivo de esa película de Nicholson, pero luego apareció el escenario de los juegos. Muy curioso, como si la neurosis no distinguiera de dimensiones.
ResponderEliminarUn saludo
Juan M
En este caso Juan M. es evidente que no, ya que el protagonista busca subir de nivel cueste lo que cueste.
EliminarUn saludo.