- Con esa exactitud tan característica
de la ciencia, pasado el tiempo calculado, y si lo deseas con todas tus
fuerzas, ella volverá y todo será como antes.
El quimérico algoritmo estableció
una ecuación en la que mi dolor y su esperanza convivían en equilibrio hasta
que la derivada del tiempo la balanceó hacia un desenlace que ella ansiaba y yo
temía.
Llegado el momento ella pareció
adivinar el cruel resultado y con un resignado abrazo despejó la incógnita,
justo antes de que la variable
intangible de la puerta al abrirse sacudiera nuestros corazones y cualquier cálculo
preestablecido.
Demasiado cálculo, me he perdido, jeje
ResponderEliminarSaludos!
Ya me imagino Sisco, he metido demasiado termino matematico para una historia triste pero mas simple de lo que parece.
ResponderEliminarUn saludo.
Es muy bueno, Alfonso.
ResponderEliminarNo sé si querías presentarlo o si ya lo has hecho, porque de ser así, creo que el plazo es hasta el próximo domingo. Lo digo porque no sé si puedes tenerlo publicado antes.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario Pedro.
ResponderEliminarPues la verdad es que he hecho lo mismo que con el pasado, lo he mandado primero a los de la escuela de escritores y luego Lo he colgado en el blog, no se, creo que esta bien así.
Saludos.
Hola Alfonso, tiene razón Pedro : si se cuelgan pierden su oriinalidad y según ellos : no son inéditos. Así que creo que debieras no hacerlo por si acaso.
ResponderEliminarA mí me ha encantado porque has jugado con las matemáticas aplicadas a las cosas del corazón. ¡Felicidades!
Un abrazo Alfonso.
Vaya, pues no sabía eso. Laura, Pedro, muchas gracias por el consejo. Tomo nota para el próximo.
ResponderEliminarSaludos.