- De corazón y científicamente,
sin verdades mentirosas ni prisas en esta pausa, ensalzando tu gran bondad que
minimiza este arrebato de maldad, y en el principio del fin de mi alegato,
encomendándome al espíritu de las mentes que practican la paz y no la guerra,
te pido que no lo hagas.
- Mira que estas pesado con el
tema, pero siguiendo con tu cantinela tendrás una de cal y otra de arena. El
sofá lo voy a cambiar lo quieras o no, pero he de reconocerte que el
diccionario se ha merecido una segunda oportunidad.
Este micro me ha arrancado una buena carcajada, Alfonso. Me ha parecido fantástico la forma y el tono del alegato para salvar el sofá; pero lo que más me ha gustado es no saber hacia dónde nos llevabas hasta el último instante.
ResponderEliminarBuena apuesta para el concurso.
Un abrazo.
Gracias por el comentario Pedro. La verdad es que el chico buscaba salvar el sofá y sobre todo el diccionario que estaba calzandolo.
EliminarYa ves, cosas raras que a veces se me ocurren.
Un saludo.
El primer párrafo desconcertante, y en el segundo culminas con ingenio la historia.
ResponderEliminar¿Quién no ha utilizado alguna vez el diccionario de calce? jajaja...
no, si a este paso, nuestros hijos tendrán que meter el e-book electrónico!!.
Un abrazo Alfonso.
Gracias por el comentario Laura;
EliminarLa verdad es que desde que llegaron las nuevas tecnologias para quedarse con nosotros definitivamente, diccionarios y listines telefónicos andan de capa caida por nuestras casas, de ahi la idea para el relato.
Un saludo.