Basado en hechos “ligeramente” reales.
El lunes no suele ser nunca el mejor día para dejar de
fumar, ni para empezar a hacer deporte, ni para empezar la dieta Dunkan, pero
si que suele ser un buen día para dejar el gimnasio, sobre todo si te dan
facilidades.
En mi caso todo comienzó con la lucha que se desencadena
a diario entre el yo perezoso que quiere irse directamente a casa a tomar un café
con bollos sentado comodamente en el sofa y el yo responsable que sabe que
hacer deporte es bueno para el cuerpo y la mente. Ese ultimo yo lleva
haciendose fuerte durante los ultimos dos meses y de nuevo, no sin lucha, ganó
la partida.
Llegué a la sala de musculación con ganas de hacer algo
de bici o elíptica, había que amortizar la subida de cuota que gentilmente nos
había regalado el gobierno al subir al 21% el IVA, pero parece que todo el
mundo con su yo responsable respectivo había pensado lo mismo y aquello parecía
una pescadería donde habia que coger número para usar bicis, elípticas, pesas e
incluso la máquina de los odiosos abdominales.
Sin perder la paciencia, decido irme a la piscina,
cometiendo un error que iba a pagar caro. En la piscina resulta que han
comenzado las escuelas deportivas para los niños, marginando al pueblo adulto,
entre el que me incluyo, a nadar unicamente por dos de las seis calles.
La verdad es que con cuatro nadadores por calle mi
estilizado ritmo de braza se resiente, estando mas preocupado de no chocarme
con nadie y de poner correctamente los intermitentes en los adelantamientos,
pero en fin, conecto el modo “paciencia y a lo tuyo” y sigo nadando.
Después de unos veinte largos me percato de que mi toalla
no está donde la deje, salgo inmediatamente del agua y le pregunto a una de
las socorristas que esta sentada a 2 centimetros de ella cuando la deje.
Despues de hablar con la socorrista debo decir que estas
instalaciones tienen gente muy preparada, capaz demostrar signos de
preocupación por lo que le cuentas mientras en su mente estan pensando en lo
poco que le importa el tema y en lo mucho que le estas entreteniendo.
Al final decido emprender la busqueda de la toalla en
solitario, ante la mirada condescendiente de la socorrista, que exactamente
duró un segundo, antes de seguir con lo que estuviera haciendo.
Al volver de la infructuosa busqueda, la socorrista me
dice que pregunte en recepción, ya que alguien podría haberla dejado allí.
Despues de despedirme cordialmente de la socorrista me
dirijo al vestuario a ducharme e intentar secarme con lo que pudiera.
Afortunadamente tenia una toalla pequeña que es la que uso en la sala de
musculación, y que por fortuna apenas habia usado. Si al final los astros se
alienean siempre por una buena causa.
Una vez en recepción pregunto si alguien ha dejado una
toalla azul de microfibra que me han cogido por error (mentira cochina) o robado. El valor
económico es grande y el sentimental incalculable, aunque parece que la
recepcionista no alcanza a apreciar ese detalle.
La chica se mete en una habitación, sale de ella y me
dice que no hay nada. Le pregunto entonces ¿que hacemos?, y me dice que intente venir
mañana a ver si alguien la deja. No se,me parecio un comentario un tanto vacio,
era evidente que nadie va a dejar mi toalla y que los de la policía científica
no iban a venir a indagar sobre el tema dado que estan investigando el corte de luz
en los focos del estadio del Rayo Vayecano, lo primero es lo primero.
Al final una cosa llevo a la otra, se me cruzo el cable y
aun sintiendolo mucho por mi yo responsable pedí los papeles para darme de baja en el
gimasio, bajo el regozijo de mi yo perezoso.
Bueno, pues la moraleja de este desvario basado en hechos
ligeramente reales es que con cierta ayuda se puede hacer algo de provecho un
lunes.
Pues igual no te lo creas pero yo ayer lunes empece a ir al gimnasio, hacia mas de medio año que no iba, y para ser mas exactos desde mayo de 2011 hasta ayer he ido 3 o 4 veces.
ResponderEliminarIntentaré a partir de ahora ir dos veces por semana, mas no que cansa.
Un abrazo
Felicidades Sisco por tu iniciativa. Yo llevaba acudiendo al gimnasio todos los dias de lunes a jueves durante los dos ultimos meses. Al entrar el otoño y el frio entra mas pereza, y ademas es que me lo han puesto facil para dejarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
¿Mientras existan los bares y las bibliotecas, a mi no me robarán una toalla en el gimnasio?
ResponderEliminarMe gusta escarmentar en cabeza ajena, Alfonso, gracias por regalarme una nueva excusa para evitarlos.
Un abrazo.
Gracias a ti Pedro por tu comentario. La verdad es que de los errores se aprende y se suele sacar provecho, pero lo de "escarmentar en cabeza ajena" no lo había escuchado nunca.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo una vez fui al gimnasio hace años. Instalaciones nuevas, baratito porque era municipal y cerca de casa. Tan cerca que lo veía desde la ventana. Tenía las mañanas libres y me apunté, no duré ni medio año porque descubrí que se estaba mejor en la camita por las mañanas. Vaga que es una.
ResponderEliminarA mí al final me pudo mí afición por el cafelito con dulces que suelo tomar por las tardes y que durante esos dos meses deje de lado. Además, sí te lo ponen tan fácil como cuento en la entrada, al final lo dejas.
ResponderEliminarSaludos.